
Lo encontraron en la cama, en posición casi fetal. Los médicos dijeron que fue a causa de una cirrosis hepática (Luca bebía una o más botellas de ginebra al día). Aún quedan dudas, y entre otras versiones se habla de un ataque al corazón.
“Falleció Luca Prodan”, decía un recuadro chiquito de la sección “Espectáculos” del diario Clarín publicado el 23 de diciembre de 1987. Y seguía: “un hombre tiernamente salvaje -duro por fuera pero no por dentro- que en un lustro se había ganado un lugar de claro privilegio en el panorama de la música argentina. Tenía 34 años cuando lo encontraron inmóvil para siempre en su lecho de la pieza que ocupaba en una casa colectiva en Alsina al 400, cerca de algunos bares." Su nombre no figuró en los avisos fúnebres, y según cuentan los vecinos del conventillo, sólo algunos se acercaron a su casa el día de su muerte. Pasaron los años y su figura se fue convirtiendo en un emblema del rock nacional. Su recuerdo no ha quedado sólo en los discos, en los videos, en las páginas de las revistas o la memoria de quienes lo quisieron, Luca vive aún en esta ciudad, en los graffitis de las paredes, en los edificios que habitó y en los bares que recorrió.
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