A partir del 1 de enero de 2015 podés seguir visitándonos en infotiempo.blogspot.com

viernes, 5 de septiembre de 1997

Murió la Madre Teresa de Calcuta


Falleció la Madre Teresa de Calcuta
LA MONJA DE LOS POBRES: FUE EN CALCUTA, A LOS 87 AÑOS
Un símbolo del amor y la caridad cristiana
Fue por un paro cardíaco
- Dedicó su vida a los pobres y enfermos de la India
- Allí fundó la orden de las Misioneras de la Caridad
- Su lema: Hay que dar, pero dar hasta que duela


JORGE GOTTLING Recibió la noticia sobre el Premio Nobel de la Paz, en l979, con una oración y una sonrisa. Cortó su pan y cumplió con su viejo hábito, al repartirlo en las misérrimas calles de Calcuta, la ciudad más pobre del mundo. Con la misma beatitud y la misma humildad, tres meses antes había pasado casi silenciosamente por la Argentina. Sin alboroto y en puntas de pie, también repartió altas porciones de paz y de amor y algún pan. En el Villango, en La Carbonilla y en Villa Ciriaco, suburbios de la ciudad de Zárate donde la gente sabe algo del hambre y del frío, la frágil y etérea monja se mezcló con cuatro misioneras de la congregación fundada por ella, allí asentadas desde l978. La Hermana Teresa lavó ropa, anudó pañales y sonó pequeñas narices. Desde entonces, sus preferidos, los más pobres de los pobres, sustentan el honor de ser los argentinos que mejor la conocieron.A esta altura, nadie conoce la porción de la historia de Agnes Bojaxhui, nacida en l909 en una aldea de Albania y transportada en su infancia a Yugoslavia. Hija de artesanos, desde los l2 años eligió el convento, respondiendo a un inequívoco llamado de Dios. En l928 fue enviada a los Himalayas para iniciar su noviciado y en l93l trabajó como maestra en Calcuta. Años después, la frágil hermana de caridad encontraría la porción final de su destino: portaba ya ese rostro mediterráneo poblado de arrugas que acentuaron su aire ascético. Mínima, concentrada en su interior, alimentó siempre con menos de lo necesario ese físico escuálido de 44 kilos repartidos en su l.55 metro de estatura. En l946 comenzó a atender a los leprosos, que son más de cuatro millones en la India, al tiempo que comenzaba a ser Teresa de Calcuta.Los enfermos, los pobres, los moribundos y los solitarios la llamaban Santa del Arroyo o Apóstol del Amor. Desde un miserable local abandonado, donde fundó Nirmal Hriday (Corazón Puro), cuyas puertas permanecieron abiertas día y noche, Teresa edificó su imperio de caridad y esperanza. No parece una simple coincidencia que ese local esté ubicado adyacente a Kalighat, el templo de la diosa Kali, diosa india de la fe. Impulsada por la necesidad de los desvalidos, en l950 funda la orden de las Misioneras de la Caridad, que actualmente tiene l.400 miembros diseminados por 87 países.Uno de sus motores fue la fe, desplegada en la caridad sin límites. Hay que dar, decía, pero dar hasta que duela.Calcuta fue su ámbito puesto que Calcuta duele. Reino de las vacas sagradas y la inanición, en las décadas del 50 y del 60 era poblada por siete millones de habitantes. Cuatro de cada diez, morían antes de cumplir el año de vida, siete de cada diez jamás pisaron una escuela. En rigor, la estadística actual no difiere sustancialmente de aquella siniestra acumulación de desdichas. Por las sucias calles de la ciudad, la Madre Teresa caminó diariamente, hasta hace muy poco, cuidando leprosos, hambrientos y niños agonizantes. Los marginados por los marginados se ocupan de cargar sobre sus espaldas piedras, maderas, muebles o personas, por una insignificante rupia.Son desechos humanos, estragados por la tuberculosis o el paludismo, que avanzan por las cloacas abiertas, entre montañas de desperdicios y un ejército invencible de ratas. Entre ellos transitan, con parsimonioso andar, las vacas sagradas que comen hierba en la misma vereda en la que aquellos defecan, comen, cocinan, duermen, piden limosna, lloran y mueren.En las madrugadas de Calcuta pasa un carro tirado por tristes mulas que recoge los cadáveres de los que no verán el nuevo día.Ese fue el escenario en el que la Madre Teresa desarrolló su acción apostólica, alejada de cierto confort, de las vitaminas y de la comida real. En los últimos 50 años, la religiosa tomó dos comidas por día. El desayuno, a las cuatro de la mañana, consistente en pan de ayer, un huevo y un té. La cena, a las seis de la tarde, con las sobras de lo que se repartió entre los leprosos y los indigentes.Reglada férreamente por las severas normativas de la Iglesia Católica, obtuvo en l950 el permiso vaticano para vivir fuera del claustro conventual, es decir, abordar la realidad, para recorrer el dédalo de las villas miseria, llevar el mendrugo a los tugurios de Tiljala y Motighil, lavar las pústulas de los infectados, consolar a los incurables, fundar escuelas para curar la enfermedad feroz de la ignorancia, intentar estudios de medicina para servir más eficientemente a los dolientes y, finalmente, para escribir las reglas de una nueva orden, aprobada por la Iglesia en los años cincuenta, el Hogar para Moribundos Abandonados, rebautizado por el pueblo como el moridero de la Madre Teresa. En la capilla de las Misioneras de la Caridad hay una sola y muda inscripción: Tengo sed. Claro, sed de agua, sed de fe, sed de amor, un clamor compartido y desesperado de los famélicos y de los leprosos, de los ancianos y de los niños atacados por el raquitismo, por prostitutas y mendigos, que constituyen el universo de ese oasis de la última esperanza.Cuando la Academia de Suecia decidió otorgarle el Nobel, acaso por única vez no se levantó ninguna voz en contra.Los 192.000 dólares y las 360.000 coronas donadas por el pueblo noruego siguieron el derrotero de todos los premios y donativos y transformados en insumos para los necesitados.La Madre Teresa se permitió tomar para ella 300 rupias, lo necesario para cambiar su andrajoso hábito y su desgastado calzado.Durante una de las visitas papales, el Pontífice le obsequió una limusina que lo transportó por Calcuta: ella, en persona, organizó y vendió una rifa para beneficiar a los desprotegidos.La pobreza y la miseria no son habitantes exclusivos de Calcuta. Durante 30 años, esa mujer escuálida y debilitada fundó más de cien hogares en distintos agujeros del mundo. Su discurso fue siempre el mismo: Esto es un regalo para los pobres, pero también es un regalo para los ricos que ahora tendrán oportunidad de sostenerlo.Victimizada por el paludismo y por severas deficiencias pulmonares y cardíacas, Teresa de Calcuta padeció diez internaciones en los úlimos años. Sólo esa llama interior la mantuvo viva y en acción.Los pobres no necesitan de nuestra simpatía o de nuestra piedad. Necesitan de nuestra compañía y de nuestro amor, es decir, de la verdadera caridad, definió en lo que sería su último mensaje de amor, un testamento dictado con firmeza y convicción.Hay una definición de la santidad que excede la religión o el laicismo. Es una ventana por donde se presiente otro mundo. Así, santo sería aquel por cuyo intermedio se sienta la luz de Dios. Precisamente, esa luz es la que muchos ven en la

0 comentarios:

Publicar un comentario